Bombillas que se funden a las mil horas, baterías de duración limitada e imposibles de reemplazar, impresoras que se bloquean al llegar a un número determinado de impresiones, electrodomésticos que ya no duran como lo hacían antes... ¿Qué se esconde detrás de todo ello? ¿Cómo puede ser que con los avances tecnológicos que hay vayamos a peor?
La respuesta es sencilla y tiene nombre: Obsolescencia programada o planificada.