miércoles, 12 de diciembre de 2012

Ya no es como antes: La obsolescencia programada y percibida

Bombillas que se funden a las mil horas, baterías de duración limitada e imposibles de reemplazar, impresoras que se bloquean al llegar a un número determinado de impresiones, electrodomésticos que ya no duran como lo hacían antes... ¿Qué se esconde detrás de todo ello? ¿Cómo puede ser que con los avances tecnológicos que hay vayamos a peor? 

La respuesta es sencilla y tiene nombre: Obsolescencia programada o planificada.


¿QUE ES LA OBSOLESCENCIA PROGRAMADA? 

Se conoce como obsolescencia programada o planificada a la programación del fin de la vida útil de un producto para que se vuelva viejo, no funcional, inútil o inservible después de un tiempo de vida calculado de antemano por el fabricante durante su fase de diseño. 





El concepto se desarrollo por primera vez entre 1920 y 1930 cuando los fabricantes decidieron agruparse y formar cárteles para acortar la vida de los productos y aumentar las ventas. En ese momento ingenieros y diseñadores recibieron un nuevo cometido: hacer productos frágiles, confeccionados para tener un ciclo de vida muy por debajo de sus posibilidades. 

Apoyada entre otros por Bernard London, autor del libro ‘Ending the depression through planned obsolescence’ (‘Poner fin a la gran depresión mediante la obsolescencia programada’), en donde proponía la obsolescencia programada como medida para superar el Crack del 29.


La bombilla se convirtió, paradójicamente, en la primera víctima de la obsolescencia programada. «Un día de Navidad de 1924 se creó, en Ginebra, el primer cartel de fabricantes de bombillas, Phoebus, cuyo objetivo era controlar el tiempo que duraban», explica Marcus Krajawesky, de la Universidad Bauhaus de Weimar. 

Si en 1881 Edison puso a la venta su primera bombilla con el objetivo de que durara mucho tiempo, cuarenta años más tarde la industria creó el «Comité de la 1.000 horas», donde estaban representadas numerosas empresas, como por ejemplo la holandesa Philips o la española Teka, para que técnicamente ninguna bombilla superara esta duración. 

Como dato curioso, en California, encontramos la bombilla más antigua del mundo luciendo con apenas 4 vatios de potencia sobre los vehículos del parque de bomberos de Livermore-Pleasanton. 
La bombilla centenaria, lleva funcionando desde 1901, dos años antes del primer vuelo de los hermanos Wright, y se calcula que ha estado funcionando durante más de 800.000 horas. Todo un logro teniendo en cuenta que la vida media de una bombilla incandescentes es de entre 750 y 2.000 horas, en el mejor de los casos. 

Está declarada como la bombilla más antigua conocida que aún funciona por el Libro Guiness de los Récords.

Tras volver a comprobarlo parece que aún hoy, 111 años después de que se encendiera por primera vez, sigue funcionando.

Enlace a la webcam donde puede verse en vivo y en directo 



¿POR QUE LA OBSOLESCENCIA PROGRAMADA? 

El producto va a fallar en algún momento, obligando al consumidor a comprar otro para reemplazarlo y comenzar nuevamente el ciclo, ¿podemos hablar entonces de lucro económico inmediato por parte de la empresa? 


Fabricación de productos que se vuelven obsoletos de manera premeditada, estimulación positiva de la demanda al impulsar a los consumidores a comprar aceleradamente y sin necesidad real nuevos productos... yo diría que sí.


¿Qué opinarían los consumidores si descubrieran que el fabricante invirtió una gran cantidad de dinero en traicionar los conceptos de durabilidad y calidad del producto, al contrario de lo que pregonan?... Lo que ocurre es que el empleo de la obsolescencia programada no siempre resulta fácil de determinar.




PERO AUN HAY MAS… 

Fue en 1954, cuando el diseñador industrial Clifford Brooks Stevens añadió un nuevo giro al concepto, al definirlo como «el deseo del consumidor de poseer una cosa un poco más nueva, un poco mejor y un poco antes de que sea necesario», introduciendo con ello el papel crucial de la publicidad, dando lugar a un tipo particular de ‘obsolescencia programada’, llamada ‘obsolescencia percibida’, o la necesidad de estar permanentemente a la moda. 

«Tengo un teléfono que funciona sin ningún problema pero prefiero comprarme uno que tiene más prestaciones y un diseño más moderno». 

Ya no se trata de obligar al consumidor a cambiar de tecnologías, sino de influirlo y seducirlo de tal forma para que voluntariamente cambie un determinado objeto, por otro más innovador y con más diseño. 


Un ejemplo de ello, la consola Nintendo DS Lite. Se trataba de un nuevo modelo que, en cuanto a capacidades técnicas, era igual que su predecesor (podía utilizar los mismos juegos), pero contaba con una pantalla mucho más luminosa, un tamaño menor y, como punto clave, un diseño claramente superior. 

Como curiosidad, al igual que antes, comentar que existe una aspiradora de 108 años de antigüedad que aun sigue funcionando como si la hubiesen comprado por primera vez.


Se trata de una aspiradora marca American-Sturtevant de 1904. Su orgulloso propietario, Harry Cox, la rescató en su trabajo, antes de que fuera descartada como basura: “me gusta coleccionar cosas que son descartadas, restaurarlas y darles una nueva oportunidad de vivir, me hace sentir bien”, según declaró al Mirror, del Reino Unido.
A pesar de su entusiasmo por las máquinas viejas, su esposa Jacqueline, prefiere ignorar a la pesada, ruidosa y antigua aspiradora restaurada por Harry y sigue limpiando los pisos con un modelo moderno. 

Funciona, si, pero al igual que la esposa de Harry, ¿Quién querría ese diseño actualmente? 

REPARAR ó TIRAR


El tópico es que, en general, sale más caro reparar que comprar un nuevo producto, aunque esto no siempre es así. 

Hay muchas operaciones que, si somos capaces de acometer por nuestra cuenta, pueden costarnos unos simples euros. Otras circunstancias requerirán acudir a un servicio técnico, aunque en este caso también podemos encontrarnos con la sorpresa de que la reparación compensa. 





Dejo a continuación un enlace a una serie de consejos aplicables al mundo de la informática, reparar sin necesidad de tirar.

Enlace a consejos


Y digo yo, lejos de la verdad irrefutable de que "las cosas antiguas duraban más tiempo", ¿debemos culpar solo a la industria de este "engaño" o también debemos culparnos a nosotros mismos por haber dejado que ocurriera, convirtiéndonos así en la sociedad consumista que somos?

Existe un interesante documental sobre el tema que no está de más echarle un ojo, reconocido como mejor documental por la Academia de la Televisión y premiado con el premio especial Maeda en el Festival Japan Prize, junto con el Ondas Internacional de televisión.
A continuación:





Fuentes: 

oepelectrics.com/
 
youtube

cienciapopular.com
 
pcactual.com/
 
libredeobsolescenciaprogramada.com
 
rtve.es

1 comentario:

  1. No me lo tomes a peloteo, pero... ¡¡vaya pedazo de post que te has currado aquí!! La verdad es que este tipo de cosas son las que han hecho mover el mercado desde hace tiempo y hoy por hoy parece complicado que subsista sin ello. Fijándome en el campo que más conozco (videojuegos) la cantidad de generaciones de consolas que hay se podrían resumir casi en 2: Antes de wii y despúes. El resto han sido mejoras "visuales" para seguir vendiendo más material y dejando el I+D+i auténtico a las que desarrollan los programas.

    Imagino que para salir de este tipo de ciclos se necesita mucho riesgo, ya que nosotros como consumidores (y como personas) tendemos a tener "miedo" a lo nuevo, así que en resumidas cuentas tenemos una preciosa pescadilla que se muerde la cola jajaja

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